Platón, Hipócrates y Aristóteles sostenían que el corazón era el órgano central del cuerpo humano y, desde el punto de vista filosófico, el centro del alma. A lo largo de la historia, varios científicos han contribuido de forma significativa tanto en la descripción anatomo-funcional de las estructuras cardíacas, como en su interrelación con las diferentes patologías del corazón. El especialista en Cardiología se encarga del diagnóstico, tratamiento y prevención de las enfermedades del corazón y del sistema circulatorio, a través del uso de exámenes que van desde el electrocardiograma hasta la coronariografía y de procedimientos mínimamente invasivos.
Varias son las motivaciones para ser cardiólogo, entre las que podemos resaltar: una profunda pasión por ayudar a sus semejantes a mantener la salud de su corazón y prevenir las enfermedades cardiovasculares, -consideradas una de las principales causas de mortalidad a nivel mundial- con el objetivo de mejorar significativamente la calidad de vida de sus pacientes, ligada siempre, a la gratificación personal y profesional que esto genera. Otra motivación es el interés en la complejidad y los desafíos que esta especialidad genera, dado que se requiere de un alto nivel de habilidades, conocimientos y destrezas para el ejercicio de la misma, ya que la Cardiología es un campo en constante evolución por el continuo aparecimiento de nuevas tecnologías y tratamientos, lo que ha permitido avances médicos trascendentales para mantener la salud cardiovascular de la población.
El 12 de junio de 1957 en la ciudad de Quito fue fundada la Sociedad Ecuatoriana de Cardiología (SEC), con el objetivo de plasmar e institucionalizar estos preclaros e ínclitos propósitos, sobre la base de la producción científica de alta calidad, y el incentivo constante de generar el desarrollo de la cardiología a nivel nacional, misión que se ha cumplido durante décadas y se mantiene hasta la actualidad.
Ser cardiólogo ecuatoriano conlleva desafíos propios de cada profesión, enlazados íntimamente a la satisfacción de ayuda al prójimo, el paciente, al centro de su alma; permite tener empatía para “curar cuando se puede, aliviar a menudo y consolar siempre”, con la premisa de “ser más para servir mejor”.
Dra. Alejandra García